El Sacramento de la Reconciliación es uno de los aspectos más singulares y hermosos del catolicismo. Jesucristo, en Su abundante amor y misericordia, instituyó el Sacramento de la Confesión, para que nosotros, como pecadores, podamos obtener el perdón de nuestros pecados y reconciliarnos con Dios y la Iglesia.
El Sacramento "nos lava" y nos renueva en Cristo.
"Jesús les dijo de nuevo: 'La paz esté con ustedes. Como me envió el Padre, así os envío yo. Y dicho, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espiritu Santo. Si perdonáis los pecados de alguno le quedan perdonados; si retuvieres los pecados de alguno, le son retenidos" (Juan 20:21-23)
El sacramento consiste de cuatro partes:
El examen de conciencia
La confesión de los pecados ante el sacerdote
La absolución y la contrición
La finalización de la penitencia impuesta por el sacerdote
La participación regular en el Sacremento de la Penitencia y de la Reconciliación y la confesión de los pecados veniales ayuda a formar nuestra conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarnos curar por Cristo, a progresar en la vida, por el Espíritu. CCC 1458
La ley de la Santa Iglesia establece que: "Despues de haber alcanzado el usa de la discreción, cada fiel está obligado a confesar fielmente sus pecados graves al menos una vez al año." CC 1457